enamorada
miércoles, 12 de marzo de 2025
lunes, 10 de marzo de 2025
me paso el día preguntándome si también piensas en mí en algún momento, si algo de lo que ves te recuerda a mí o si me echas de menos. ¿les hablas de mí a tus amigos? ¿qué les dices? definitivamente, si pudiese tener un superpoder sería saber lo que pasa por tu cabeza sin tener que hacer el forzoso ejercicio de tener que adivinarlo. ojalá supieses que vivo la felicidad presente como un luto futuro, que no soy capaz de disfrutar de las cosas sin pensar en que las echaré de menos en algún momento, tarde o temprano. espero tus mensajes y te maldigo internamente porque sé que tú no esperas los míos, o al menos no con las mismas ganas.
el deseo de ser deseada y admirada y anhelada y querida y especial es más grande que yo y a veces siento que en cualquier instante me va a tragar y no va a dejar nada de mí. no quiero ser una de muchas, me hace ilusión quererte pero no podría decir lo mismo de ti. se supone que nadie viene al mundo con un manual de instrucciones, pero creo que esto no es lo mío y que estoy hecha para amar y ser amada, y no encuentro el sitio en el que depositar todo el amor que siento. no hay ningún recipiente lo suficientemente grande y, en caso de que sí lo haya, a estas alturas debe estar roto.
es muy injusto recordarte antes de irme a dormir y al despertarme sabiendo de sobras que yo no soy algo recurrente en tu cabeza y que vas a descansar igual de bien sin un mensaje mío. es injusto saber que nunca recibiré cartas de amor ni escucharé ciertas palabras salir de tu boca, palabras que se mueren de ganas de liberarse de la mía. nunca va a ser recíproco porque mi amor es como un incendio o un huracán y a mí no me importa arrasar con todo, hasta que te des cuenta de que quizá prefieres una hoguera o una brisa y vuelva a quedarme con el corazón en la mano. mendigo cariño mientras ofrezco todo lo que tengo solo para que me quieras (o me quieras) aunque sea un poco. con un abrazo bastará (por ahora y hasta que te eche otra vez de menos).
sábado, 22 de febrero de 2025
hoy he cogido todos los semáforos en rojo. también he perdido el metro y el bus y el tranvía. espera, hasta que se ponga en verde y hasta que llegue el siguiente. espera, espera porque todo llega, o eso dicen. quizá no estoy hecha para esperar ni recibir ni dejar ir, soy como un mueble antiguo, de esos que llevan en casa una eternidad pero ya nadie tira por pena, por la costumbre de verlo ahí todos los días o por la historia que tiene. me aferro a todo lo bueno y me quedo con todo lo malo, como las marcas de mi piel que no se quieren ir. deseo despertarme y que se hayan esfumado, que no quede ningún tipo de memoria y permitirme recordar que mi cuerpo aún me pertenece (a mí, a mí) y que esas marcas jamás me van a definir, aunque delante del espejo y de mis ojos sí lo hagan. va pasando el tiempo y los colores son cambiantes como los de las hojas en otoño, de violeta a azul y de azul a marrón y de marrón a amarillo y de vuelta a mi piel, pero mi piel sigue ciertamente manchada y sucia y ya no la siento mía.
espero a que cambie la luz de rojo a verde y a que venga el siguiente metro y bus y tranvía. pienso en todas las cosas que he hecho mal y en todas las cosas que cambiaría, y también pienso en qué piensa la chica que tengo a la derecha o el conductor o la mujer a mi izquierda. muchas veces no sé dónde esconderme porque pienso demasiado alto y no quiero que nadie me escuche ni me vea. de todas formas, miro mi reflejo y soy una desconocida más. ¿en qué estará pensando?
todavía no he determinado si es mala suerte o una coincidencia, o si solo es que ahora me fijo más en los semáforos en rojo. espero la primavera y sus flores y su calor de la misma forma en que esas flores esperan el sol y necesito fijarme más en los semáforos en verde y en que, aunque pierda el metro, al menos puedo escuchar una canción más.
martes, 4 de febrero de 2025
miércoles, 8 de enero de 2025
mi amiga me preguntó cuál creo que es el propósito de ser joven, cuál creo que es el sentido de la juventud. en el momento solo le respondí muy casual que yo sólo intento vivir el día a día, sin darle vueltas a este tipo de cosas (no soy muy aficionada a los propósitos ni a buscar el sentido de la vida, creo que he aceptado que es algo muy difícil de determinar). he hecho un pacto conmigo misma para que mi objetivo y mayor prioridad sea ser feliz, y encuentro esa sensación en charlas de este tipo con amigas, en ver perritos en el metro, hacer reír a la gente que me importa y en los rayitos de sol que te calientan como un abrazo en invierno; aunque me ha constado saber lo que es realmente ser feliz.
últimamente intento buscar cosas que me hagan recordar a cuando era pequeña (por ejemplo el mismo sabor de té chai que el que me hacía mi padre cuando aún vivía aquí o mi caza minuciosa de canciones que sonaban en rac105 cuando llegaba del cole por la tarde) sin ser consciente de que lo estoy haciendo. me he dado cuenta de que hablo mucho con mis amigos de experiencias, recuerdos o anécdotas de cuando iba al colegio. los cuento como si fuese algo ajeno a mí, como si fuese una historia que he leído o que me han contado o algo que le ha pasado a otra persona. no pienso en mí de pequeña como si fuésemos la misma persona, pese a que sí lo somos. las circunstancias eran tan distintas y todo se sentía tan diferente, que me es complicado asociarlo a la misma realidad. me encuentro paseando por las mismas calles por las que pasaba hace años y a veces me siento como si fuese una espectadora: "aquí es donde me resbalé aquel día", "aquí es donde tuvimos que resguardarnos de la lluvia porque no llevábamos paraguas". oye, no crees que antes solían dar más cosas gratis cuando comprabas alimentos en los supermercados? te acuerdas de las calcomanías que daban con las bolsas de cheetos? te acuerdas de los fantasmikos? (me acuerdo) te acuerdas de las peonzas? las canicas? de lo fácil que era todo? de lo lento que pasaban los días? me apena profundamente pensar en que estas cosas nunca vuelven, por mucho que las busque y las persiga, que los lugares no recuerdan y que en realidad soy una extraña porque no soy la misma persona que era cuando jugábamos en aquel parque de al lado de casa o cuando veíamos pelis de miedo en mi antiguo piso.
de todas formas, qué es lo que queda ahora, además de los recuerdos? acaso la vida es simplemente eso, dejarse llevar por el ritmo de las cosas, aunque haya una aceleración de fondo que ahogue y que lleve consigo una sensación extraña de no estar disfrutando plenamente de cada momento que pasa? no me gusta sentirme empujada por la inercia del paso del tiempo, pero creo que puedo conformarme con la búsqueda incesante de cosas (por tontas que sean) que fueron importantes para mí en algún momento.
cuando le describí a mi amiga el juego de pilla pilla con mi infancia al que parece que estoy jugando todos los días, me dijo que cree que es un buen propósito, y que igual ser joven trata de darse cuenta de que en realidad tenemos suerte. pensé en ese momento que de niña no me gustaba especialmente el pilla pilla, que era más de jugar al escondite, pero creo que con el tiempo he aprendido a cogerle el gusto (aunque el escondite parece que me sigue agradando).