queridísimo lector:
en días como estos tengo muy presente tu recuerdo. no es preciso y claro, sino más bien desdibujado y volátil. como el reflejo de un árbol en aguas turbulentas o la marca en el papel después de borrar un trazo hecho con lápiz. es agridulce, pero me acuerdo de ti y entonces te echo de menos. recordar viene del latín "recordari", formado de re (de nuevo) y cordis (corazón), volver a pasar por el corazón. te vuelvo a pasar por el corazón varias veces y pienso en ti como algo bueno que me pasó alguna vez. quizá se me escapan un par de lágrimas pero son prueba de que he amado, muchas veces creo que he amado como nadie ha amado nunca, pero mucha gente ha amado mucho y no sé si mi amor es siquiera comparable (¿y por qué debería serlo? es amor de todas formas). es lo único que tengo y te lo he dado pero tú no lo ves de la misma forma.
echar de menos también es una forma de querer, y en la ausencia sigo queriendo y queriendo. no hace demasiado tiempo, pero ya no recuerdo cómo se sentían tus besos y me he quedado con el tacto de tus manos frías en mi cara y no son cálidas como yo pensaba que eran o solían ser. ahora son frías y me enfrían y te sigo echando de menos pero ya no te necesito. quisiera protegerte y prometerte que todo va a estar bien y cuidarte y convertirme en una especie de ser omnipotente que asegure tu felicidad. te mereces todo el amor del mundo. ojalá poder dártelo. soy egoísta pero en el fondo deseo que las flores te hagan pensar en mí, que en los amaneceres busques mi mirada y que me encuentres en las cosas que te hacen feliz, alma imperfecta.
pese a todo, te sigo queriendo.
siempre tuya,